sábado, octubre 22, 2005

Catolicismo Siglo XXI


Mi crianza católica siempre fue más allá del promedio general en muchos hogares. Habiendo concurrido a toda la escuela primaria en un colegio católico, recuerdo no solamente asistir a misa cada mañana de cada día, sino también haber ganado concursos como monaguillo, para lo cual tenía que levantarme mucho antes que los demás niños y ayudar en las misas previas a clases. Además, después de cursado el colegio primario, concurría al centro de ex –alumnos, un lugar, dentro del mismo colegio, con facilidades para entretenerse jugando al billar, cartas, ajedrez, etc.

Dicho esto, la desilusión con ciertos miembros de la iglesia, con sacerdotes que deberían estar en otra cosa, condujo a un enfriamiento sino en mis creencias, si en la relación con la entidad misma, por cuyos integrantes y directivos no tengo un gran respeto que digamos.

Es por eso que, leyendo en las noticias de hoy, que el Sínodo de Obispos, iniciado el 2 de octubre pasado en el Vaticano “concluyó con un llamamiento a los católicos a incluir en sus vidas el "sentido del pecado" y duras críticas para los divorciados y la clase política”, siento indignación por la hipocresía de esa declaración.

Según dice el "mensaje al pueblo de Dios" adoptado por el Sínodo pide en particular a los divorciados que se hayan vuelto a casar que acepten "el mandamiento de Dios" sobre la indisolubilidad del matrimonio y renuncien a la eucaristía” También, los obispos aprobaron un total de 50 proposiciones, o recomendaciones, sobre cómo gobernar la Iglesia católica que reafirman tradiciones eclesiásticas como las del celibato para los sacerdotes.

En primer lugar, siendo yo divorciado, cuando me casé por segunda vez, tengo bien presente las palabras del párroco local cuando me dijo que aunque lamentaba que no podía efectuar la ceremonia religiosa, éramos bienvenidos a su templo. Esto en sí es una contradicción sin sentido. Porqué un católico divorciado habrá de concurrir a templo alguno si no encontrará el apoyo y comprensión total de la religión, siendo considerado para siempre un pecador sin remedio? La eucaristía es el símbolo de la unión con Cristo que reafirma la unión entre la creencia católica y los creyentes. Al negarse a los divorciados este derecho básico, para todos los efectos prácticos se les cierra la puerta al templo.

Mientras tanto, dentro de muchos templos, escuelas, orfanatos u otras entidades manejadas por la Iglesia Católica, se ha disimulado y ocultado por generaciones la aberración sexual de muchos sacerdotes, con pocas consecuencias visibles. Solamente en casos de ciertas personas, quienes tuvieron la valentía de enfrentarse a sus respectivas parroquias, la Iglesia Católica admitió renuentemente lo ocurrido. Asimismo, la inflexibilidad Católica de no permitir el casamiento de sus sacerdotes, estoy seguro que ha exacerbado el problema.

Quizás el Sínodo de Obispos cree que sus resoluciones son correctas de acuerdo a los cánones que siguen, pero la realidad es que miles, o cientos de miles como yo, han puesto en un segundo lugar a los templos, sacerdotes y símbolos, habiéndose concentrado en lo que realmente tiene valor, la fe misma y las creencias. La fe en un Dios que no está al acecho de los errores humanos, por el contrario, siempre dispuesto a perdonar y ofrecer la oportunidad de comenzar cuantas veces sean necesarias.

Así, mi hogar, con todas sus faltas, es el lugar de culto, donde se reza y se confía en silencio y en privado. El mismo lugar donde la familia discute en ocasiones y hasta se largan malas palabras para aflojar la tensión. Un lugar en fin, donde seres humanos, con sus virtudes y fallas, buscan la paz espiritual que la Iglesia Católica de hoy es incapaz de ofrecer.