Ciclo de Corrupción
En Las Vegas se han presentado recientemente varios casos de individuos, mujeres y hombres, quienes se supone que fueron elegidos para representar los intereses del público y que torcieron su camino con coimas, mordidas, o como quiera llamarles, para beneficio propio. Típico de lo que consideramos hechos de países subdesarrollados.
En la búsqueda del porqué esto ocurre, pienso que la respuesta está bien a la vista. Esta ciudad, nacida como un pueblo polvoriento en el medio de la nada, se ha constituido en la meca de las corporaciones del juego en unos pocos años, produciendo millones de dólares de ganancias, las cuales se vuelven a reproducir con nuevas inversiones en materia de más casinos. Asimismo, las empresas constructoras, quienes en los últimos años han abarrotado el mercado de vivienda por estos lados, también tienen una fuerte influencia.
En otras palabras, el dinero fuerte está manejado por unos pocos. En el proceso, aquellos que se postulan a puestos públicos, desde gobernador hasta un asambleísta, están poco menos que forzados a cortejar a esos adinerados, ya que los costos de una campaña política está fuera del alcance del ciudadano común.
Así, sin mucho disimulo, se forjan amistades y compromisos que más tarde, de una forma o de otra, tocarán a la puerta del elegido para recuperar la inversión y cuando sea el momento de votar por cualquier cosa que afecte los intereses de quienes aportaron esos dineros, el hilo se corta por lo más delgado, dejando de lado al público en general.
Los medios de comunicación, siempre hambrientos por más ingresos, no ayudan mucho en esto, ya que los mayores anunciantes locales son los mismos intereses mencionados. Esto da una retahíla de favoritismo y publicidad disfrazada de noticia, que nos bombardea constantemente.
Claro está que los manejadores del dinero, tienen la dedicación de ofrecer comidas, bebidas, entradas gratis a espectáculos y otras cosas, a quienes después se verán poco menos que obligados a dedicarle algún tiempo en la televisión o los medios impresos.
La trenza está creada. Grandes negocios, con ganancias exorbitantes, tienen un acceso prácticamente ilimitado a nuestros representantes a todo nivel. Nosotros, mientras tanto, somos los pobres de la película, esperando que de alguna manera, algo de todo eso quede entre las migajas.
No sorprende entonces que la ciudad siga creciendo, los casinos en aumento y la naturaleza que nos rodeaba en algún momento vaya desapareciendo poco a poco.
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