sábado, septiembre 10, 2005

Acusaciones Mutuas y Tardías Soluciones


(Diez días después de Katrina)

La confusión y falta de orientación en la respuesta al desastre provocado por el huracán Katrina, dio como resultado un oleaje de críticas al gobierno de Bush, en mi opinión merecidos, pero también ocurrieron ciertos hechos que merecen ser destacados como positivos.

Muchas empresas, entre otras Walmart, ofrecieron su ayuda directa sin esperar por órdenes de nadie, civiles y voluntarios de todas las edades realizaron, a su manera, lo que podían para ayudar a las víctimas, mientras que muchos estados de la Unión abrían sus puertas para recibir a los desplazados por la naturaleza. Esto sin contar con las donaciones recibidas en la Cruz Roja, el Ejército de Salvación y otras entidades caritativas.

Cualquiera sea el motivo que los impulsó a colaborar, sea por compasión, para mejorar una imagen corporativa o simplemente por ese impulso, que la mayoría de nosotros tenemos, de tender una mano a quien lo necesita, el hecho es que el pueblo en general ha demostrado que existen seres humanos debajo de la cáscara por la cual se mide todo aquí, dólares y bienes materiales.

Las fallas, que las hubo, están, como es habitual, en la monstruosa burocracia que existe y que, a fin de evitar posibles críticas, contiene complicados manuales de procedimientos en casos de emergencia.

Lo que todos se preguntan en este país es: Quién o quienes son los encargados de poner en funcionamiento los mecanismos de ayuda en casos de desastre. El constante intercambio de acusaciones entre las entidades del gobierno federal y las autoridades locales, pone de manifiesto la tremenda confusión que existe y el hecho de que nada está centralizado.

La eterna cuestión de la independencia de cada Estado es lo que permite esto. Sin embargo, en asuntos de emergencias como la ocurrida, el gobierno federal tendría que ser el responsable de proveer ayuda inmediata, sin esperar por el pedido de cada funcionario estatal o local. Algunos temen que esto pueda conducir a la perdida de libertades individuales pero no lo veo así. No estamos hablando de intervencionismo, ni tampoco de dictar a los residentes de cada Estado como vivir o conducir sus vidas. Lo único que se necesita es que, equipos de rescate, comida, agua, medicinas y albergues temporarios estén alerta, se desplacen rápidamente y en la cantidad necesaria para salvar vidas.

Esto no implica que el gobierno federal tome las riendas del Estado afectado, sino que, por el contrario, ponga a disposición del mismo los recursos que necesita en una catástrofe. Tampoco existe problema alguno en hacer participar en esto a las autoridades de cada localidad, quienes cuentan con la experiencia necesaria para conocer las condiciones del terreno, su población y necesidades inmediatas. Pero si es indispensable que se haga lo primero, primero. Enviar ayuda yá.

El gobierno en general debería tomar ejemplo de tanta gente, como algunos de los mencionados al comienzo, y reaccionar con compasión, sin titubeos políticos ni temores a críticas posteriores.

Al fin y al cabo, sería preferible que se acusara a alguna entidad gubernamental de exceso de celo en su ayuda y no, como en la actualidad, de arrastrar sus pies y demorar su ayuda. Ya habría tiempo después de aclarar las cosas, mientras que muchos se habrían beneficiado y muchos otros quizás estarían con vida hoy.